jueves, 31 de diciembre de 2009

Vendedores ambulantes de Barranquilla, PILAS!!!

Esta denuncia que acaba de presentarnos Amado Ucrós por nuestro colectivo, Periodistas del Atlántico, requiere del análisis de la Administración Distrital de Barranquilla.

Todos necesitamos obtener los ingresos necesarios para vivir dignamente, pero sin hurtale el dinero a nadie.

El grupo de vendedores ambulantes del Centro de Barranquilla y de toda la ciudad manejan esas prácticas... "el más avispado es el mejor", pienso que dicen ellos. Pero no es bueno que mantengamos esa tónica. Debemos inventarnos otra. Y es posible hacerlo, claro que sí.

La honestidad es un valor agregado que debe tener el ser humano en su corazón. Por eso me gusta Sirácides: "Todo acabará bien para el que teme al Señor; será bendito en el día de su muerte".

¿Quién le pondrá el cascabel al gato?
¿La prensa? ¿Las autoridades?. ¿La misma comunidad?.
¿Quíen les enseña a estos chicos y chicas que venden en las carretillas de Barranquilla que debemos ser honesto?

Por lo menos Amado, le dejó un ejemplo a estos vendedores... pero que hacemos con el resto.
Vamos a leer el escrito del colega.

Luis Emilio Rada C

Pd:

[PeriodistasdelAtlantico] Las uvas.-‏
De: periodistasdelatlantico@yahoogroups.com en nombre de Amado Ucros (amadoucros123@hotmail.com)
Enviado: jueves, 31 de diciembre de 2009 09:56:22 a.m.
Para: periodstas del atlántico (periodistasdelatlantico@yahoogroups.com)

LAS UVAS DEL 31 Y LAS PESAS DE LA CALLE

Por Amado de j. Ucros

Si me preguntan cómo se llama actualmente la Oficina de Precios Pesas y Medidas del Distrito de Barranquilla, conocida antes, como la prefectura de precios, les juro que no sé. Creo que desapareció ó ya no cumple con funciones de control de los precios.

Si esa oficina existiera y se diera a la tarea de revisar las pesas con que despachan los vendedores ambulantes que están a todo lo largo y ancho de las carreras 43 desde la calle 30 hasta la calle 38 é incluso hasta murillo por donde deambulan con sus carretillas vendiéndole al público, se darían cuenta de lo que está ocurriendo y defenderían a la gente de los lobos de la calle.

No solamente es la carrera kra 43, sino los cuatro ángulos que conforman el centro de Barranquilla, incluida Barranquillita entre la 38 y la 46, todo ese sector que está poblado de vendedores ambulantes con pesas incompletas.

Resulta que los agüeros hacen mella con el peso de los años en las costumbres de las familias y en cumplimiento de esas supersticiones, ya que somos supersticiosos por naturaleza fui a comprar las uvas del fin de año para el brindis de las doce.

La costumbre es que alrededor de la mesa tú con la familia y los invitados le entregas a cada uno doce (12) uvas. A las doce en punto pides 12 deseos, uno por mes. Yo el año pasado me pasé de piña y en vez de doce, pedí catorce (14), ninguno se me cumplió y me fue como perro en misa con la publicidad.

En la esquina de la carrera 43 con paseo Bolívar, tan cerquita al edificio donde funciona el despacho del señor alcalde y sus secretarios, tan cerca que se alcanza a percibir la respiración del burgomaestre, sus asistentes y visitantes. Allí estaba posesionado el vendedor de uvas y otras 10 carretillas más.

Me acerqué al vendedor, su carreta y sus uvas para cumplir con la tradición. A cómo las uvas?. Respuesta. Cuatro mil la libra. Ok. Observé el peso, lo vi todo cachureto, como todos los que cuelgan de las carretas de los vendedores de uva, manzanas, peras, yuca, ñame y pare de contar.

Compra con advertencia. Cómo el peso estaba todo raro, le dije al vendedor, véndame libra y media, pero si está incompleta se la devuelvo, ya que voy a ir aquí cerca para verificar el peso. El vendedor ambulante aceptó.

Bien, me despachó las uvas y en la pesa faltaban dos rayitas para las dos libras. Cogió una tijerita para quitarle al gajo el sobrepeso. Le dije mira que si esta falla, vengo a devolvértela. Me respondió vamos a dejarla así. Ok. Le pagué los seis mil pesos. Me fui con mis uvas, no sin antes echarle otra miradita al peso cachureto que tenía el vidrio roto.

Salí directo para donde el amigo que tiene la pesa completa. Puse las uvas en la pesa. La pesa buena registro 580 gramos. Eche!, casi me da un yeyo. Volví a otra pesa en el mismo negocio. 580 gramos. Metí la uva en otra pesa 580 gramos. Las tres pesas registraron el mismo peso.

Libra y media, son 750 gramos y habían 580 – faltaban 170 gramos de uvas. Me regresé a donde el vendedor ambulante y le dije devuelme la plata, esa pesa esta falla. Salió un calanchín que contaba un dinero, entiendo que era el dueño de la venta de uva. Este a regaña dientes me devolvió la plata. El primero simplemente era el despachador. A estas alturas y con esos antecedentes, estoy rompiendo la tradición de las uvas, pero al mismo tiempo siento preocupación por esta falencia de la administración distrital.

Si existiera la Oficina de Precios Pesas y Medidas en el distrito de Barranquilla y se diera a la tarea de emprender una revisión de las pesas con que despachan los vendedores ambulantes regados a todo lo largo y ancho del distrito de Barranquilla, evitaría que estos gaznates les robaran a los compradores todos los días.

Estoy seguro, casi seguro, que si se revisan esas pesas, no quedará una sola colgada de las carretas donde estos desalmados venden sus productos.

La administración, no sé a quién competa, no se puede dar el lujo de permitir que estos hampones del mercado y del centro le vendan a la gente con pesas fallas, pero bien fallas, que dejan viendo un chispero al pobre y desamparado consumidor. Nada más y nada menos que al consumidor de alimentos perecederos, ó sea la comida diaria.

Se estima que 150 mil personas transitan y compran diariamente alimentos en el centro de Barranquilla y Barranquillita, a quienes entendemos, la administración debe librarlos de los lobos regados en las carretillas ambulantes en ese sector. De las condiciones higiénicas ni se diga. HAY MÁS. Un abrazo.-